El Escorpión de MotoGP y los neumáticos que salieron rana
La nefasta caída de Marc Márquez en el ‘warm up’ del Gran Premio de Indonesia y la recaída en la lesión en la vista que ya sufrió en 2012 y 2021 ha provocado un nuevo episodio de opiniones enfrentadas sobre si el piloto de Cervera arriesga o no en demasía.
Como en la conocida fábula de Esopo, el escorpión y la rana, el escorpión siempre actúa y actuará de la misma forma, es su naturaleza, su genética y si Marc Márquez no tuviera esa genética no estaríamos hablando del 8 veces campeón del mundo que nos ha maravillado durante los últimos tiempos.
Dicho esto, ni siquiera la genética de un campeón puede lidiar con una nueva Honda MotoGP desarrollada a partir de unos neumáticos con especificaciones 2022 a la que “por seguridad” se le montan unos vetustos, porque de otra forma no se pueden llamar, neumáticos cuya carcasa (el “esqueleto” del neumático para los profanos, que marca la dureza y deformación del mismo) data del lejano 2017.
Si el problema de seguridad que “obligó” a Michelin a rescatar estas ruedas sólo venía motivado por la duración de los neumáticos en condiciones de extremo calor, la carrera podía haberse acortado, como finalmente se hizo, o incluso tomar una decisión salomónica como la de cambiar de moto a mitad de carrera (algo ya visto en Australia 2013).
Basta escuchar a Pol Espargaró, el piloto más rápido de MotoGP, con la Honda 2022 y neumáticos 2022, en los test previos desarrollados en Mandalika para entender el alcance del problema en Honda (también sufrido por otras fabricas como Suzuki): “Entiendo que en el test hubiera problemas y que Michelin estuviese preocupado. Pero no puedes lanzarte a la piscina y traer carcasas nuevas sin saber tampoco cómo funcionarán. Michelin ha arruinado una moto que no está hecha para gomas de 2018″.
Para poner en antecedentes, esta carcasa ultra rígida fue diseñada para circuitos en los que se alcanzaran altas temperaturas de asfalto, como Red Bull Ring y Buriram. Se usó por primera vez en el GP de Austria de 2017 y la última vez que se utilizó fue en el GP de Tailandia de 2018, hace cuatro años, una eternidad si hablamos del avance de las MotoGP en ese mismo periodo de tiempo.
Todas las marcas presentes en MotoGP gastan su presupuesto en desarrollar motos ajustadas a las especificaciones del neumático que el fabricante va a ofrecer durante la temporada. Unas lo consiguen mejor que otras y hay motos que, de un año a otro, necesitan evolucionar porque pasan de ir bien a empeorar por los cambios de gomas de una temporada a otra. Esto es algo que forma parte del juego y es entendible, pero no es de recibo introducir un neumático con diferente construcción con la temporada ya iniciada, mandando al garete todo ese trabajo de desarrollo.
Para un piloto ultracompetitivo como Marc Márquez y con el hambre de triunfos que arrastra después de dos años horribles, tuvo que ser una autentica frustración el verse incapaz de rodar más rápido en un circuito donde había mostrado su velocidad en los pasados test pretemporada. Otro piloto hubiera tirado la toalla en sus circunstancias y probablemente hubiera tratado de minimizar el riesgo en Mandalika para esperar a la siguiente carrera. Pero no el de Cervera, la rendición nunca estuvo en su ADN. Por mucho que trate de atemperar su carácter, la bestia siempre saldrá a flote.
Estoy seguro de que Marc Márquez se recuperará y volverá a ser ese escorpión al que hemos visto picar una y otra vez, pero esperemos que unos neumáticos “rana” no le hagan hundirse de nuevo. Este deporte penaliza brutalmente los errores propios y ya es suficientemente peligroso como para añadir por improvisación una variante aleatoria que, sin un test previo, pueda empeorar la seguridad en vez de mejorarla.
MotoGP necesita a Marc Márquez pero no tanto como el propio piloto necesita recuperar de una y definitiva vez su salud. Marc, fuerza y ánimo, te esperamos.