Contrato constrictor. ¿Un campeonato y dos marrones?

Alex Rins Argentina 2022 MotoGP suzukiAlex Rins Argentina 2022 MotoGP suzuki
Jesus Robledo Blanco

«Un contrato es un contrato, ¿sabe usted?». Esta frase, tan corta como una semifusa, encierra un conglomerado de situaciones, intereses y repercusiones que la polvareda que puede levantarse alrededor sería capaz de cubrir los patios cordobeses durante todo el mes de mayo (¡horror!).

Desde la incertidumbre de dónde empezaré él mes de septiembre, llevo días pensando sobre el campeonato… ¡EL CAMPEONATO, OIGA!, qué campeonato… Desde que Suzuki lanzara el bombazo de su retirada, todo el paddock ha entrado en un frenesí de «papeles autografiados» que ni los inigualables hermanos Marx serían capaces de emular en una de sus delirantes películas.

Mucho se está hablando de fábricas que maltratan a los pilotos, que destrozan sus carreras y minusvaloran su potencial supeditando sus decisiones por otro tipo de intereses que poco o nada tienen que ver con los méritos. Sin restar la razón que ese argumento tiene, porque lo tiene, me pregunto, ¿qué parte de culpa tiene una fábrica en el éxito o fracaso en la carrera de un piloto? En toda este entramado hay bastantes elementos que intervienen y cada cual ha de aguantar su vela, porque quizás sea la verdad, que ninguna de las partes tiene la responsabilidad absoluta, o al menos así lo creo.

2022 MotoGP launch Raul Fernandez (1)2022 MotoGP launch Raul Fernandez (1)
Philip Platzer

KTM y Ducati han tomado decisiones en estas semanas que afectan directamente a la situación deportiva de muchos pilotos. La política de «captación» con la esperanza de medrar dentro de la fábrica les funciona y es un arma poderosa para dejar a otras marcas sin «pilotos estrella», porque seamos honestos, hoy día no basta con ser muy bueno, hay que tener estrella. Como decía, las fábricas fichan a los pilotos con la esperanza de encontrar a esa figura que les permita arrollar al resto, como parte de su estrategia. Además, sin duda, evolucionan sus motos como mejor saben y pueden, con los aciertos y fracasos que todos conocemos. Las situaciones que se han dado últimamente llevan a situaciones muy comprometidas a pilotos que han demostrado tener lo que hace falta para poder llegar a ser lo suficientemente competitivos como para tener la etiqueta, en algún momento de su carrera, de candidato.

Mucho se ha escrito sobre la responsabilidad de las marcas en estas situaciones, pero me pregunto, ¿de verdad es así?. Aquí todo el mundo se mueve con el «tonto el último» como bandera. Los mánagers intentan hacer los mejores negocios protegiendo los intereses de sus pilotos y los propios, los pilotos quieren ganar todo lo que puedan y estar donde mejor sepan explotar sus cualidades, las fábricas quieren pagar lo menos posible y tener la mayor repercusión que puedan con los pilotos que fichan y el promotor quiere que mánagers, pilotos y equipos se entiendan de la mejor manera posible para que el resultado sea un campeonato que se venda cuanto más mejor. Todo esto me parece lógico, pero ahora vienen los peros.

Enea Bastianini - Ducati

Tildar a las marcas de trituradoras no me parece justo. Todos saben mejor que nadie qué ofrece cada cual. El rendimiento de una moto se mide en un porcentaje muy alto por el rendimiento de la temporada anterior, con la esperanza de que mejore aún más en la temporada siguiente. El rendimiento de un piloto se mide con lo conseguido en la temporada anterior y en la forma de conseguirlo, así que a un piloto rookie no se le va a exigir lo mismo que a Andrea Migno o McPhee, por ejemplo. Al promotor le interesan cuantas más banderas en pantalla mejor. El resultado es que todos inician un baile de sillas en el que el resultado no es el más apetecido para todos siempre.

En ese baile se conoce cómo está cada silla y hay algunas que van bien sí o sí y en las que te montas y vas rápido, casi seguro y otras en las que ni los propios pilotos de fábrica, con años en ellas, consiguen más que algún resultado singularísimo durante toda la temporada que sirve para justificar su presencia casi como si se tratara del Senado. Pero de inicio nada está firmado, se necesitan dos «autógrafos» para que el contrato se convierta en constrictor y a partir de ahí empieza a apretar salva sea la parte.

Ai Ogura 2022 Moto2 Austria Wheelie

Así que tenemos a fábricas y equipos que ofrecen lo que ofrecen y pilotos que arriesgan todo por subir al campeonato y lo expreso así, al campeonato; me explico. Hace poco se presentaban las «esprint reicis», carreras cortas los sábados. Se busca más visibilidad del CAMPEONATO, y digo yo, ¿no hay otros dos? Sí, hay otros dos Campeonatos del Mundo, pero el kit de la cuestión está en una frase de la propia Dorna, «Road to MotoGP». Moto3 y Moto2 se han convertido, con el beneplácito de Dorna, en dos marronazos de los que hay que huir en cuanto se pueda, con la esperanza de llegar al momento del salto (el que pueda) a MotoGP con una coyuntura favorable. El problema viene cuando las fórmulas de promoción están generando tal cantidad de pilotos con un nivel de profesionalización tan elevado que la competencia es brutal y el «excedente» de «pilotos estrella» empieza a ser flipante. Todos los años salen dos o tres pilotos estrella, algunos de ellos con una buena campaña en redes mucho antes de haber logrado nada y ni tan siquiera haber empezado en esas fórmulas de promoción.

Moto3 y Moto2 ya no son lo que eran y me refiero a 125cc y 250cc. Mucho hemos hablado en MotoRaceNation de los pilotos especialistas, pilotos que hacían su carrea en una categoría y no por ello desmerecían de cara al aficionado; eran Campeones del Mundo. En la actualidad, a duras penas recordamos el Campeón de Moto3 de 2020. Se me vienen a la cabeza nombres como Dirk Raudies, Kazuto Sakata, Haruchika Aoki, Tetsuya Harada, Doriano Romboni, Helmut Bradl… tipos con los que flipaba cuando los veía en pista y que me parecían pilotazos sin necesidad de estar en 500. Y es que 125cc y 250cc eran Campeonatos del Mundo, no una «road to nothing».

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Doriano Romboni

Hoy día corren en Moto2 o Moto3 es una tragedia, un marronazo que hay que cumplir para intentar poder optar a tener la posibilidad de, quizás, si suena la flauta, competir algún día en MotoGP y tener la suerte de hacerlo con las herramientas y entorno que te permita despuntar. En ese camino, todos bailan mirando a todos, pero no olvidemos que es necesaria la firma de dos partes para materializar un contrato, que repito, desde el momento en el que se hace el último trazo, se convierte en constrictor. Y después llegan las consecuencias que todos conocemos. Que dan mucho juego en Twitter, es cierto, lo dan, comunicado va, comunicado viene a golpe de captura y poco análisis, la ley del más rápido, Campeonato del Mundo de Mototweet, pero no quisiera verme en el pellejo de un chaval al que le gusta este deporte y quiere competir. El panorama es de todo menos deportivo, interés va, interés viene.

Esperad, lo mismo escribo un tweet.

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