El caso Joan Mir: «La gente tiene mucha prisa»

A final de la temporada 2019, mientras todos los periodistas españoles andaban a la caza de la noticia sobre si Alex Márquez había fichado o no por HRC, me quedé solo ante Joan Mir.
Como ya el sábado me había enterado de que los ‘sastres’ le habían hecho su vestido nuevo al pequeño de los Márquez, me centré en lo que más me gusta: las motos y los pilotos.
Llevaba toda la temporada siguiendo con atención al piloto de Suzuki, quizá porque era su primera temporada en MotoGP y también era mi primer año siguiendo el campeonato fuera de España.
Aunque en realidad sé que se debía a que explicaba abiertamente las cosas. Cuando se le rompía el grip, cómo gestionar la electrónica, o incluso si le preguntaba por algunas curvas me aclaraba si era un cambio de marcha o la compresión del motor porque se cerraba el gas por completo.
Un tío al que le gusta hablar de motos.
En ese one-to-one me contaba que tenía que haber muchos cambios con su primera temporada “tiene que haber una diferencia grande, entre el año que viene y este. Pero ya haber corrido en todos los circuitos me va a ayudar mucho, a mí y al equipo con toda la información”. Contaba que en su año de debut habían sacrificado resultados para trabajar para 2020.
“El año que viene creo que recogeremos los frutos del trabajo que estamos haciendo, que ya se empiezan a ver. Pero no nos queremos quedar aquí, no queremos estar luchando por el top5 ni acabando 7º. Está muy bien para el primer año, pero queremos luchar por el campeonato. Queremos más”.
Fue entonces mi torpeza la que lanzó una pregunta inoportuna sobre la que, a la postre, ha sido la principal disputa de esta temporada, y que ha terminado con el primer título en MotoGP de Joan Mir. Le pregunté si en 2020 estaría en condiciones de desafiar los resultados de un deslumbrante Fabio Quartararo o a Maverick Viñales.
“No es mi objetivo Quartararo pero sí que me veo desafiándolo, ¿por qué no? Hoy mismo he estado luchando toda la carrera con Maverick”, y según iba contestando iba bajando sus filtros para terminar señalando un mal que sufrimos todos; la prisa.
“Estamos ahí pero necesitamos tiempo, ya está. Es que la gente tiene mucha prisa. Yo no tengo esa prisa, yo estoy muy tranquilo y el equipo está tranquilo y ya está. Es lo único que voy a decir”, terminó diciendo para, con toda la razón del mundo, dejar mi pregunta en el limbo de las estupideces.
Joan Mir me dejó muy claro con su respuesta que los resultados que llegan de la nada o los destellos fugaces no formaban parte de su plan, y que la fulgurante temporada de debut de su compañero de promoción no le acobardaba. El trabajo, el método y el crear una base sobre la que progresar y mejorar eran su hoja de ruta.




Con esa mentalidad ha trabajado durante todo el invierno. En el encuentro con la prensa que Estrella Galicia organizó, tras el Gran Premio de Portugal, le pregunté por cómo había planteado su trabajo para la temporada 2020. Ahí contó que ha trabajado con diferentes tipos de motos para tener más sensaciones sobre la moto, sin duda en busca de una mayor versatilidad.
“A mí me gusta mucho entrenar con diferentes motos, me gusta mucho hacer motocross, luego dirt-track, trial, para buscar algo diferente que me pueda dar sensaciones diferentes y experimentar técnicas nuevas y aprender. Mentalmente estaba motivado porque después de la lesión fue difícil y trabajé en mejorar no sólo un punto y mentalmente estar tranquilo”, explicó.
Añadía a su respuesta que, tras el accidente del test de Brno de la pasada temporada, la condición física se convirtió en su objetivo. “Era una cosa que tenía en mi cabeza, que si no lo mejoraba no iba a poder luchar por ganar carreras, era el estado físico. Quería estar fuerte, llegar a la primera carrera y acabar fresco. Ha sido una de las claves”.
Ese estado físico ha sido el que le ha permitido hacer las remontadas que hemos visto en las segundas partes de las carreras; pero no solo eso, sino que el estar sobre una moto sobre la que había estado trabajando a lo largo de la temporada 2019 le permitía tener la capacidad técnica para hacerlo.
Ha demostrado que no basta con subirse a la moto, desconectar el cerebro y hacer una vuelta rápida, sino que se debe hacer un trabajo de fondo, aprender qué necesita la moto y porqué pasan las cosas en cada momento. El ‘feeling’ encima de la moto no es algo que venga dado, o que aparezca por arte de magia.
Haber trabajado durante 2019 para fraguar unos cimientos sobre los que crecer en 2020, junto con la evolución de la primera parte del año le han llevado a poder seguir su progresión. Una progresión sólida, una progresión con causa.
“Las ganas nos podían, incluso tuve algunos errores las primeras carreras y luego en Brno toqué fondo. A partir de Brno cogí confianza y fui creciendo. Me fui descubriendo a mí mismo, fue una etapa bonita a mitad de temporada”, resumía para nosotros esa primera mitad de campeonato y la evolución que consiguió.
Ser el piloto más constante desde la quinta carrera, ir postulándose poco a poco como aspirante al título, y alcanzar el liderato a falta de cuatro carreras para el final, le sometieron a una presión que se veía elevada a la máxima potencia por el riesgo del coronavirus.
Joan Mir vuelve a demostrar que, también para gestionar la presión, es necesario saber porqué se ha llegado a esa posición en que todas las miradas se centran en ti. Si sabes lo que te ha llevado a ese punto, vas a saber cuál ha de ser el camino a seguir cuando estés en mitad de esa tempestad.
Quizá el saber no tener prisa sea lo que diferencia a un ganador de un campeón. Yo no lo sé, no lo puedo asegurar, pero desde luego que ha sido una fórmula que a Joan Mir le ha funcionado.