Ese chico que tenía prisa

El título conquistado en 2020 por Joan Mir será siempre discutido y discutible. Como el de ‘Crivi’ en el 99, el de Hayden en 2006 y no digamos el de Jorge en 2015. Todos lucen en la torre de MotoGP. Por eso mismo no voy a dedicarle una línea más al asunto.
Prefiero centrarme en quien se merece toda la atención del mundo: el ganador. Y los ganadores. Suzuki ha demostrado que en un campeonato crítico menos es más. Y eso es mucho.
Lo decía Juan Martínez en algún entrenamiento libre: mientras el ejército de Ducati no para de tocar sus motos, mientras en Yamaha se afanan cambiando reglajes, en el modesto box de Suzuki la actividad es más pausada. Se nota que conocen su camino.
Ese camino significa entender que la competición está condicionada, determinada, por la ventana de uso de los neumáticos. Y que hay que trabajar para darle la vuelta a ese problema. Hacer la moto a la goma; porque no hay camino al revés.
Davide Brivio ha sido el líder tranquilo que ha demolido un muro intangible: el del presupuesto. Y con ese muro han caído varios mantras del MotoGP de siempre. Hasta las órdenes de equipo han conocido una nueva y exitosa interpretación del término.
Para esto último has de tener a un señor piloto como Álex Rins, dicho sea de paso. Vaya este párrafo como homenaje a una actitud proverbial, en el momento decisivo, que ha contribuido cualitativamente a la consecución del título, de los títulos, que cosechará Suzuki en su centenario.
Vamos con el campeón, por fin. Joan Mir ha derribado, como Suzuki, gracias a Suzuki, otro saco de esos mantras clásicos a los que me refería más arriba. Como Lorenzo (será un “tic” mallorquín, no sé) reconoce que miente cuando es necesario. Claro que tenía presión. Y claro que había que decir lo contrario.
De todas esa viejas leyes que Mir ha derribado la que más me gusta es la de condenar la prisa que tienen los pilotos por subir a MotoGP. Joan pasó fugazmente por Moto2 y muchos criticaron sus prisas; y sus formas, de asaltar la clase reina.
La memoria es frágil. Nos olvidamos que tenía un precontrato con Honda. Que rechazó ir al LCR y decidió ser cabeza de ratón en una fábrica con menos dinero y más ilusión. Y que la mayoría decía que se estaba equivocando.




Dos años después, ese chico que tenía tanta prisa es Campeón del Mundo de MotoGP. Y concita, por ahora, una adhesión casi unánime entre los aficionados. Pero este espejismo se sustenta en una consideración importante: Mir ha ganado sin pelearse con nadie. Se ha llevado el título 2020 casi sin llamar la atención.
Ha pasado desapercibido gracias a su gestión de la temporada. Pero eso (la temporada; y taparse) se ha terminado para siempre. En 2021 llevará el #1 en el carenado (incrustado tal vez en un simbólico #36) o en el mono, como hacía Rossi, al que tanto imita. Para bien.
El año que viene, digo, será otra película, que de hecho, empezará este mismo domingo en la fiesta final de Portimao: se le examinará con lupa. Y en febrero, claro: todos esperamos a Marc Márquez. Joan sabe que sólo tiene dos caminos posibles: confrontar con él o caer en la irrelevancia.
Desde el punto de vista técnico no se espera ningún cambio radical que deshaga el equilibrio que hoy vemos en la parrilla de MotoGP: casi cualquier moto está para ganar. Depende del día, del equipo y del piloto. Ahí está su baza.
Como ya sabemos que sabe mentir, dirá por activa y por pasiva que eso no pasa por su cabeza. Pero tiene muy claro lo que está pasando por su corazón. Puede que arranque 2021 con un planteamiento conservador de las primeras careras, esperando el fallo de los demás…
Da igual: será el propio Marc el que le busque en la pista. Como buscó a Rins en el libre tres de Jerez uno; o a Fabio y a Maverick en la parrilla de salida, al día siguiente. Márquez volverá a por su trono y habrá que pelear con él.
Dani Pedrosa me regaló un titular hace más de diez años (diciembre de 2008) sobre el hambre de títulos de Valentino: “Es su plato de comida y gruñe si te acercas a él”. Joan se ha comido la merienda de Marc (era el año de empatar a Rossi) en 2020. Y sabe que el líder de la manada volverá, enseñando los dientes, en 2021.