Jugando a médico de MotoGP
Cuando MotoGP se ha vestido de luto, he sido el primero en cerrar filas con un campeonato del deporte del motor (y, por lo tanto, arriesgado) que es, también en seguridad, uno de los más avanzados del mundo. Cuando la desgracia nos invade, nada de críticas: es el momento de hacer piña y sufrir juntos.

Lo hice, a distancia, con Tomizawa o Simoncelli (“cuando la muerte viene a por ti, ya puedes agarrarte a los remos de tu barca o al manillar de tu moto, que te vas con ella por sus santos cojones…”) y lo pude demostrar en persona con la muerte de Salom: solamente abrí la boca para apoyar incondicionalmente a los responsables de Dorna; y especialmente a los colegas que se encargan de la comunicación, aquel trágico fin de semana que se había ido a la mierda el viernes por la tarde, en Montmeló.
Por eso, siempre a contracorriente, si hay algo que poner en solfa, hay que ser valiente y hacerlo cuando supuestamente todo sale bien; enfrentándose a todas las corrientes de pensamiento único (o de moda) que arrastran eso que la mayoría llama “la mayoría”; pero que a mí no me sale otra palabra que “rebaño”.
Porque no hay épica (ni discusión) que valga: lo de Marc Márquez (y lo de Álex Rins y lo de Cal Crutchlow) fueron tres imprudencias que MotoGP no pude permitirse el lujo de cometer. Por una razón muy sencilla: porque si vienen mal dadas, si realmente ocurre otra desgracia, el foco negativo sobre este campeonato se multiplica exponencialmente. Ya lo sabemos, esto. Pero no nos lo aprendemos.




No voy a jugar a médico de MotoGP: el titular es la venda antes de la herida, o sea los comentarios, de mis fieles odiadores de internet. Esos que no te abandonan jamás y que alimentan mi clickbait personal a golpe de críticas inmisericordes. Su publicidad no solamente es gratis, es que resulta impagable. Gracias a Twitter que siguen ahí.
Este martes de resaca del Gran Premio de Andalucía vengo a transmitir la opinión de varios profesionales del noble ramo de curar a la gente (sección traumatología) que han querido compartir con este humilde mensajero su desazón. En privado, claro: si hay algo que se aprende desde primero en la facultad de medicina es a practicar un proteccionismo corporativista ineluctable.
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Pero en este caso ha sido diferente. No ha habido que luchar para derribar ese muro; porque de manera unánime, los galenos consultados han certificado que dejar salir a pista a Marc Márquez, con el húmero recién operado, fue una barbaridad como una catedral. Y cuando les comentas lo de Rins o Crutchlow (que no ha trascendido tanto) levantan la ceja y sentencian: “pues más de lo mismo: hay unos plazos mínimos que hay que respetar”.




Y entonces hablan de cosas que se nos pasan por alto a prensa y aficionados, convertidos como estamos en romanos ávidos de gladiadores: “lo malo de correr con lesiones sin curar tiene dos vertientes: por un lado está el riesgo inmediato de agravar dicha lesión; pero también, a largo plazo, tendremos asegurado el daño crónico de esa parte del cuerpo, comprometiendo la calidad de vida del paciente en su madurez y años venideros”.
¡Pam! Resulta que un médico (en estos casos, traumatólogo) no es un mecánico prodigioso al que le llevas un robot estropeado y en dos patadas (perdón) te arregla el cacharro. Un médico es alguien que no solamente cura; sino que además se preocupa de la calidad de vida que va a tener su paciente, después de haberle curado. Años después. Esto sí que está en todos los códigos facultativos; y no una prueba de fuerza de cuarenta flexiones, pongo por caso.
Decía Tolstoi que es más fácil hacer leyes que gobernar. Pero el desgobierno relativo a los plazos médicos preceptivos para el retorno de los pilotos a pista requiere una nueva normativa, en forma de “plazos federativos” por parte de la FIM. Para descargar de presión a los profesionales de la Clinica Mobile. Y en el caso de que sobrevenga un accidente fatal a un piloto, algo que nunca se podrá evitar al cien por cien, por lo menos tengamos el respaldo de saber que ése piloto se encontraba, entonces sí, al cien por cien para correr.




Insisto: el momento de debatir sobre esto es ahora, cuando de cara a la galería “todo ha salido bien” tras dos fines de semana seguidos en Jerez. Porque en el momento que algo “salga mal” tened por seguro que todos los palmeros cortesanos que hoy aplauden con las orejas el pundonor de tres pilotos lesionados, serán los primeros en pedir cuentas a los responsables del mundial. Todos menos yo; que estaré sufriendo a su lado, como he hecho siempre. En silencio.
Hola Diego Lacave, soy la madre de Salom, me acabas de demostrar que no tienes la más mínima Idea de lo que en realidad ocurrio, una pena, pero una aplastante realidad, nunca habría reaccionado si no hubieses hecho las declaraciones que acabas de hacer tan equivocadas acerca del accidente de mi hijo Luis.