Yamaha se la juega; y hace bien
La “semana fantástica” de Yamaha cierra el mes de enero en un estado de euforia generalizada entre la afición de MotoGP, que se explica en la ausencia misma de la competición pura. No descorchen ninguna botella, oigan: en todo caso, lo único que han hecho los de Iwata, por ahora, es ganarle al calendario. Y ni siquiera eso: simplemente, le han retado; y por el camino a sí mismos. Yamaha se la juega cerrando las incógnitas del presente con una apuesta firme por el futuro a largo plazo: las próximas tres temporadas; puesto que la 2020 aún no ha decidido ni un solo punto en juego.

Yamaha se la juega, digo; y yo les aplaudo porque, si tenemos claro que la indiscutible “dictadura” de Marc Márquez puede condicionar más de un lustro de la década que ahora empieza, entonces entenderemos que no es tan descabellado hacer estas apuestas en proyectos deportivos de cara a más de dos años vista. Yamaha se la juega; y hace bien.
Los tres días de “fiesta comunicadora” de Iwata, que han despertado del letargo invernal a toda la prensa de MotoGP y de paso a su afición, comenzaron con la renovación de Maverick Viñales hasta finales de 2022. Tengo que reconocer que algo se revolvió dentro de mi “egotista” espíritu de cronista de la cosa cuando vi el comunicado. En la presentación del equipo en Madrid (en un sitio que se llama “El Matadero”) hace dos años, se anunció también con este “tempranero estilo” su renovación; y meses después el piloto nos reconocía entre líneas que quizás se había precipitado.
Además, los rumores de la falta de crédito de Maverick (a pesar de ser el único que ganaba alguna carrera con la M1) en el seno del equipo y el interés de Suzuki, primero; y Ducati más tarde y con más fuerza, eran evidentes a finales de la temporada pasada. Algo nos hemos perdido en este parón invernal (o en todo 2019) los avezados periodistas que teníamos claro que Borgo Panigale se llevaría a Viñales a liderar Ducati a partir de 2021. Somos nosotros los que realmente estamos en fase de perder el poco crédito que nos queda; y no (doy gracias a Dorna por ello) ningún piloto de la parrilla de MotoGP.
La oficialidad de Maverick y el advenimiento del anuncio de Fabio Quartararo como piloto del equipo oficial a partir del año que viene nos dejó en el alero la pregunta del siglo: ¿Y qué pasa con Valentino? Poco después, la respuesta; por duplicado (Iwata, Rossi) y por separado. Como la conocéis de sobra, la resumo en lo que importa: el “abuelo” seguirá haciendo lo que quiera; y seguirá disponiendo del tiempo que necesite, para tomar la decisión que le apetezca. Y que se ha ganado de sobra: en Yamaha, en MotoGP y hasta en el orbe de las estrellas del deporte mundial.
Y este mismo jueves, Jorge Lorenzo. La traca final se barruntaba a medias, por dos razones: la oferta de Yamaha parecía no ajustarse a lo que el piloto deseaba cobrar como probador; y la vida que el mallorquín exhibía en redes sociales tampoco invitaba a pensar que echara de menos subirse a una moto de Gran Premio. Pues bien: lo hará este próximo domingo en Sepang en eso que llaman el “Shakedown” y la expectación sobre él será máxima.
Lo malo es lo más evidente: los resultados serán el juez implacable que dictará sentencia sobre el fallo o el acierto de Iwata con estos fichajes tempraneros. Porque mientras Ducati “amarra” su estrategia a la tecnología (moto y neumáticos) y espera a ver qué hacen sus pilotos, Yamaha se la juega; y hace bien: recuérdenme que escribí esta frase cuando les despellejemos, si fracasan. Porque a los directivos y a los pilotos de Yamaha, en MotoGP, se les hará largo el camino que tengan que recorrer.
Hola Diego el otro día comentaba en Twitter que es curioso q tengan q juntar a cinco pilotos y muchos campeonatos del mundo para intentar vencer a MM. Pero a la gente como el los desafíos y los grandes contrincantes les hace más grandes y a HRC le va la marcha del mismo lado!