Viñales sin rumbo definido
Donde dije digo, digo Diego. Y viceversa. Solo ha hecho falta una semana y un resultado desastroso, el enésimo de la temporada, para que Maverick Viñales haga un giro de 180 grados en su discurso post carrera. Si después de Misano había encontrado por fin la receta del éxito, que no era otra que preparar la moto para la carrera, al acabar su Gran Premio de casa tenía totalmente claro lo contrario. “Se ha acabado. Solo me centraré en salir primero. Nada de setting para carrera” declaró tras la carrera de Montmeló.
Y tiene su lógica. Porque como hemos escuchado a muchos pilotos Yamaha y a Maverick en particular, necesitan rodar en solitario para tener un ritmo rápido. Las trazadas de los rivales interfieren en las suyas y les impiden explotar sus puntos fuertes. Por eso Viñales lo ha visto tan claro después de la cita catalana. “He estado 15 o 16 vueltas sin poder adelantar […] Lo he intentado todo. Adelantar por dentro, por fuera, probar todos los mapas de motor y no ha servido de nada” añadía resignado.

El problema del argumentario del 12 es que el discurso que enarboló tras la victoria en Misano también tenía toda la lógica del mundo. Y además vino con el aval de su única victoria esta temporada. ¿Qué ha cambiado en tan solo una semana para hacer un viraje de 180 grados? ¿De verdad en una sola semana se han dado cuenta de que lo que parecía la mejor estrategia resulta ser la peor?
En el motociclismo siempre se ha dicho que un piloto vale lo que vale su último resultado. Este axioma, a veces más cierto de lo que debería, es muy habitual en la charleta de barra de bar. Sin embargo, aunque también tiene cierto peso en el paddock, los profesionales del Campeonato del Mundo de Motociclismo disponen de una experiencia y unos conocimientos que les aporta una clarividencia que no está al alcance de los simples mortales. Al fin y al cabo, son la élite mundial.




Por eso sorprende tanto los cambios de discurso del piloto que ahora ocupa la tercera plaza de la clasificación general. Solo en el equipo saben exactamente los pasos que han seguido, pero los bandazos que anuncian en cuanto a metodología de trabajo a la hora de preparar un Gran Premio dejan patidifuso a cualquiera. Sin embargo, si analizamos el rendimiento de Viñales en carrera, la verdad es que las declaraciones son tan cambiantes como sus resultados.
Debe ser muy complicado pasar de ganar una carrera con solvencia a sufrir en la siguiente. “Mi cabeza está loca. Cuando vienes de ganar y te pasa esto, te vuelves loco” nos comentaba Maverick en la rueda de prensa tras la carrera de Montmeló. Precisamente ese estado mental puede ser el origen de la falta de rumbo definido que sufren el piloto español y su equipo. Según sopla el viento en cada carrera, vira el plan de trabajo para la siguiente.




La primera paradoja se produce cuando Viñales está todavía muy vivo en el campeonato y es plenamente consciente de ello. “Peleaba por sumar aunque solo fuese un punto” reconocía tras la carrera de Montmeló, consciente de que este convulso 2020 se puede decidir por cualquier detalle. La segunda paradoja se viene cuando la Yamaha y sus peculiares características, origen de tan extrema volatilidad, se muestra como la moto más competitiva en muchos circuitos. Lidera Quartararo, pero las cuatro motos de los diapasones podrían estar en la lucha del campeonato por rendimiento y tres de ellas han ganado carreras este año.
A Viñales no le falta talento ni velocidad. A la Yamaha tampoco, aunque aparece una nueva paradoja cuando a menudo consigue ser la moto más rápida, siendo a la vez la más lenta (de velocidad punta). No seré yo quien aporte la receta mágica que le falta a Maverick para ganar este campeonato, porque no la tengo. Pero parece deseable tener una metodología de trabajo predeterminada. No tiene que ser inamovible, puede adaptarse y evolucionar, pero con una base sólida basada en la experiencia y los éxitos conseguidos en el pasado o los otros pilotos de la marca. En definitiva, un rumbo definido para llegar a donde pretende.