Las víctimas de Pedro Acosta en Le Mans
Pilotos que revolucionan el cotarro en las mal llamadas categorías inferiores aparecen cada cierto tiempo, pilotos como Viñales, Marc Márquez, Rossi o la irrupción de Raúl Fernández en Moto2 son muy necesarios no sólo por la repercusión mediática que las, repito, mal llamadas categorías inferiores necesitan recuperar, sino para separar el grano de la paja, para subir el nivel y darnos cuenta de la diferencia entre un piloto rápido como el viento y un Campeón, una diferencia que alguien decidió obviar en un momento dado hasta conseguir convencernos que igualdad e irregularidad, igualdad e inconsistencia son lo mismo y no, no lo son.
Así, Pedro Acosta, simplemente con hacer las cosas que hace y sin pretenderlo, ya tiene sus primeras muescas en la culata de su revólver sin ni tan siquiera haber desenfundado. Sólo ha tenido que obligar al resto de pilotos a priori principales favoritos al Título de Campeón del Mundo de Moto3 a ganar, y hete aquí que es cuando las imprecisiones, los nervios y la necesidad de hacer algo más que esperar turno salen a flote.
Quizá el piloto para el que más injusta resulte la irrupción de Acosta en Moto3 sea su compañero de equipo Jaume Masiá. En su segundo año en un equipo ganador (y cuando digo ganador, digo equipo que gana Campeonatos), y con la presión añadida de haber ganado el primer Gran Premio, Masiá se encuentra en comparación directa con un monzón que no tiene pinta de remitir (y de hacerlo, a ver hasta dónde lo hace) y un resultado adverso con otro que lo aleja cada vez más y más de lo que la plaza que ocupa le obliga por segundo año consecutivo: ganar, al menos luchar, por el Mundial. Y en Francia se fue al suelo por abrir el gas antes de tiempo en una pista mojada intentando aprovechar que Acosta no estaba llamado a liarla con la efectividad de los anteriores Grandes Premios. Tras cinco GGPP, Masiá pierde 64 puntos con el líder que lleva la misma moto y goza de los mismos medios que el mismo Masiá. ¿De verdad creemos que esto no está pasando factura?
Otro piloto que comenzaba 2021 con aspiraciones a todo, otro piloto que se fue al suelo en Le Mans por querer ir más rápido de lo que se podía, otro piloto que se está viendo obligado a ganar carreras y no a esperar los fallos de los demás es Darryn Binder. Tras un 2020 en el que el sudafricano demostró un gran paso adelante en su forma de plantear las carreras y su llegada a un equipo que, si bien no es tan ganador como el Leopard o el Ajo, está llamado a serlo, Binder se encuentra con una desventaja de 67 puntos frente a Acosta y, probablemente, la impotencia de no saber si será capaz de frenar la hemorragia con, lo que el mismo denomina, ritmo decente de carrera que potencialmente tenía en Le Mans.
Quizá el más sangrante de los casos sea el de Gabriel Rodrigo. El piloto con más casi podios del mundo acumula error tras error en un intento de ir más y más rápido ansiando su primera victoria desde una posición y experiencia que le obliga a luchar por el Campeonato del Mundo. Y tras Francia acumula su segunda caída consecutiva intentando ir más rápido de lo que es capaz (y si fuera capaz, no se caería). No voy a entrar en la discusión de si Rodrigo es o no piloto mundialista, gente con menos palmarés ha tenido su sitio y desarrollado una carrera deportiva digna, el problema que el argentino debe asimilar es si su sitio está realmente en los puestos de cabeza porque moto lleva y es un misil dentro de la categoría. Y últimamente, cada vez que oigo, leo o veo a Rodrigo en pista me viene a la mente aquel famoso artículo de Emilio Pérez de Rozas pidiendo a Sito que sacara a su hijo Axel de la competición antes de que se hiciera daño de verdad (o se lo hiciera a alguien). Vivimos en una época de ridículamente desmedida corrección política en la que la más mínima crítica se confunde con el odio o la mala intención, pero os pregunto, ¿de verdad creemos que el sitio de Rodrigo está en una plaza que le obliga a ganar?.
Siendo justos, quizá habría que meter a Jeremy Alcoba en este grupo si creemos que este era el año de empezar a luchar por el Mundial. Y es que aquí es donde hay que preguntarse algo más allá del límite que Pedro Acosta pueda reinventar para Moto3, y es si estos pilotos son víctimas de Acosta o, por el contrario, son víctimas de un Campeonato que reparte plazas que te obligan a ganar siguiendo el juego de las sillas vacías (o como escribí antes, esperando turno) antes que los criterios deportivos.