KTM: El plan es que no hay plan.
Como el mensaje de una taza de mi odiado Mr. Wonderful, esto es lo que KTM transmite. Que no exista un plan no es algo que sepa, que haya podido averiguar o que, como se dice para darse importancia, opine alguien en concreto del paddock cuyo nombre no puedo decir. Es que sólo hay que mirar para darse cuenta de ello.
El plan inicial estaba claro: en cinco años les ganamos a todos.Y no sé si fue un tema de euforia colectiva, si el brillo que da el patrocinio de Red Bull los hace más creíbles o si sencillamente es que se les veía por el buen camino, lo que sabemos todos por pura deducción es que alguien en Munderfing está muy decepcionado por no haber ganado este año, o al menos, por no dar imagen de equipo ganador que se adivinaba tras un buen 2021. Qué poco creíble resulta ese objetivo a cinco años del proyecto cuando en tan sólo 7 meses han pasado de outsiders a estar en su propio pozo a imagen y semejanza de HRC. Y, oh vaya, justo en el quinto año de KTM en MotoGP.
Al margen de la apuesta deportiva, la apuesta técnica parece que a la postre ha terminado fallando también (y es que este año qué poquito se habla del trabajo de Dani Pedrosa como desarrollador una vez que la moto no consigue igualar los resultados de 2021) y que ha desembocado en una reestructuración que busca copiar el modelo Aprilia MotoGP: una moto construida alrededor de la aerodinámica. Un cambio de rumbo que olvida por completo la facilidad de construcción de chasis tubulares y centra la atención en lo que hace que los vecinos vayan mejor que ellos: bye bye filosofía propia.
Y en la apuesta deportiva, léase pilotos, si unimos los movimientos de los últimos dos años junto con todas las declaraciones y devenir que hemos recibido desde el Gran Premio de Austria, es difícil creer que la apuesta deportiva de KTM pasase por fichar a Jack Miller como primera espada mientras queman a jóvenes pilotos con proyección para que no lleguen a otras marcas. Pero es la estrategia que han demostrado: intentar evitar que sus pilotos fichen por otras fábricas olvidando su propia apuesta deportiva. El reciente y justificador discurso de no volver a fichar a dos rookies a la vez es pura demagogia, debe ser pura demagogia porque de no serlo sólo significa una cosa: no existe un plan salvo el de evitar que Yamaha o Aprilia ficharan a sus pilotos, y una vez evitado (o cobrado), establecer criterios de pleitesía hacía determinados nombres y apellidos austríacos para que el piloto pueda seguir compitiendo en otra marca: ahí están los ejemplos de Danilo Petrucci, Iker Lecuona o Remy Gardner. Las declaraciones y actos de Stefan Pierer y Pit Bierer dejan claro que se han concedido entre ellos la potestad de castigar a sus pilotos, o de perdonarles, como han querido vender con Jorge Martín «por ser buen chico». Y visto lo visto, no parece haber otro criterio. En el caso de Remy, según ha dejado Wayne Gardner en sus RRSS, el problema ha sido que no quieren negociar con Paco Sánchez, el manager de Remy. ¿Cual era entonces el plan de KTM para Remy? ¿Y para KTM? Porque vayamos más allá, si la idoneidad de un piloto se basa en el manager que tenga… ¿será en el futuro el manager adecuado quien decida qué es lo que hay que mejorar en la moto? Claramente estas decisiones hoy por hoy sólo pueden caer en Brad Binder (por una mera cuestión de continuidad), pero falta saber si Binder permanece en KTM por buen chico o porque hay un proyecto deportivo alrededor suyo, ¿verdad?.




Se decía que los pilotos son como los autobuses, que pasa uno cada cinco minutos. En KTM lo está llevando al extremo dejando claro que para ellos son lo que menos importan en su proyecto (algo que en otras fábricas intentan disimular dando otra imagen o, sencillamente, no jodiendo a los pilotos con los que no cuentan).Veremos dónde llega la onda expansiva, pero si KTM tiene algún nombre puntero en cartera para llegar a MotoGP en los próximos años, acaba de abrirle las puertas a negociar y dejarse querer por otras marcas con más cariño por los pilotos. Y lo que es peor, la imagen más molona del mundo de la moto, la de KTM, ya no lo es tanto. Son las cosas que pasan cuando los grandes nombres y apellidos se sitúan en su altar y sienten la obligación de juzgar al mundo, pero no a ellos mismos.