La ira de Freddie y los contratos de Rossi
Le Mans, 2011. Sirva este lugar y fecha como antecedente a la historia que me ronda la cabeza y que les quiero contar. En aquella época Honda se encontraba en plena lucha por frenar a Valentino Rossi tras su fuga a Yamaha y tras el exitoso fichaje de Casey Stoner, tenía en la recámara a Marco Simoncelli en la nevera del Gresini Racing con un apoyo de fábrica que no gustaba a los titulares del Repsol Honda (Pedrosa y el mismo Stoner) y con unos resultados que empezaban a igualarse con según qué piloto de fábrica. En Le Mans, Simoncelli se comió en la pista a Pedrosa, a media carrera su ritmo era muy superior y conforme logró alcanzar a Dani lo pasó sin mucho esfuerzo. El orgullo del samurai hizo que le quisiera devolver el adelantamiento olvidando todas esas cosas que hoy en día se le exige a los que adelantan, que tengan hueco, responsabilidad y todo eso. Simoncelli defendía su posición y Pedrosa se vió en el suelo, resultado, una clavícula rota y una campaña anti Simoncelli en los medios, incluído el famoso «Simoncelli has nothing in the head but hair». Stoner se sumó al carro e increpó al italiano con las cámaras presentes y se le negó el saludo y la palabra a un piloto tildado de peligroso por sus maniobras «al límite del límite» en 250 cc (aunque en su periplo de MotoGP mostró un comportamiento ciertamente deportivo). ¿Era Simoncelli un piloto peligroso para Pedrosa y Stoner?. Sin duda lo era, pero en la pugna por una plaza en el equipo de fábrica de Honda. Simoncelli recibió tal presión mediática que por unos GGPP perdió varias décimas por vuelta.
El resto de la historia es historia y por fortuna, nada tiene que ver con esta historia.
Esta historia sucede en el Red Bull Ring. Como en las mejores historias de Stephen King, el lugar de los hechos es tan protagonista o más que los propios personajes de la historia, y en esta historia ha sido tan truculenta y con tantos personajes que al final se ha conseguido disipar las dudas sobre un escenario al que nadie quiere señalar, nadie, pero que ha tomado parte de manera casi activa en toda esta historia. Todos los verdes pisados, todas las acciones en las absolutamente desmedidas frenadas de Fómula 1 del tilkódromo austríaco han sucedido porque, aunque no se quiera reconocer, las frenadas están ahí, las zonas verdes están ahí, y hay que tomarlas lo más rápido que podamos. Independientemente de si es racional o no, la razón por la que se escala el Everest es la existencia del Everest, MotoGP ha elegido ir al Red Bull Ring, y los pilotos han de ir lo más rápido posible en un circuito del que tras toda la tormenta se ha admitido tácitamente hay que modificar y de lo que nadie, nadie, se acuerda ya.
Vivimos en una época en la que por muy innovadores que nos creamos, cualquier situación imaginable ya se ha vivido antes porque siempre existe un factor predominante en las historias que, nos guste o no, marca el camino. Follow the money, dicen los periodistas sajones, por el interés te quiero Andrés, decimos aquí. Nadie se acuerda que en el ya pasado Gran Premio de Austria (¿alguien se acuerda?) se dieron una serie de circunstancias, demasiadas, que por comparación y asociación pueden formar una historia truculenta, fría, interesante y además, con contratos con mucho interés, Andrés. En Austria, para empezar, se hizo público que en 2021 habrá una muy buena plaza de fábrica libre, la de Andrea Dovizioso. Es ingenuo pensar que esto no generaría movimiento entre managers de pilotos ambiciosos sin contrato para 2021.
Así pues, contendientes para esa Ducati GP21 en teoría: Pecco Bagnaia, ya en la esfera Ducati y miembro de la VR46 Academy, Johann Zarco, deslumbrando con una Ducati 2019 y todas aquellas elucubraciones que no están contando y, como todas esas cosas que no se cuentan, tienen toda la pinta de estar pasando. Así que Zarco comete un error y la avalancha anti Zarco no tarda: Rossi y Morbidelli atacan sin piedad al francés, en caliente, en templado y en frío varios días después, recordándome mucho el tratamiento que se le dio a Simoncelli desde el box y los medios reproduciendo las jugosas críticas capta audiencias que los pilotos lanzaban, sobre todo por las lanzadas en frío sugiriendo a un muy criticado Freddie, de Dirección de Carrera, que apareciera para sancionar a un Zarco que podría quitarle la moto a su piloto Bagnaia en el equipo oficial, o en cualquier otra plaza de Ducati para Luca Marini una vez que Bastianini y Martín ya tienen la suya firmada.
Y de tanto nombrar a Freddie, Freddie se les apareció por la gotita que colmó el vaso. Y es que apareció ya calentito por las distintas faltas de respeto a la autoridad que la parrilla le ha mostrado, alguna como la de Aleix Espargaró bastante flagrante y olvidando que no sólo no inventamos nada, sino que ya lo han vivido otros antes, invocando a Freddie con el desprecio del tiempo transcurrido desde que Freddie competía y obviando, por supuesto, la diferencia de palmarés que esa no se olvida con el tiempo, se agranda hasta que te entierra.
La falta de autoridad de Dirección de Carrera, traducida en falta de criterio, acciones no tenidas en cuenta, arbitrariedad y lentitud, se ha traducido en una falta de respeto por parte de los pilotos con declaraciones como la de Aleix… o las de Rossi, que pide que Dirección de Carrera no se deje influir mientras publica en instagram cómo deben actuar tras acciones como las del piloto que pugna por la misma moto que su pupilo y, quién sabe para alguien más, no quiero ni pensar si él mismo le habrá puesto ojitos a una plaza en un equipo oficial que desde Yamaha le han negado en un momento dado entre Austria 1 y 2.
Bueno, ya se fue de Honda. Ya se fue de Yamaha. Agostini se fue de MV Agusta. Es un piloto que ahora quiere el mejor material y trato posible. Quién sabe. Follow the money, sigue el interés, amigo Andrés.
Sea cual fuera el detonante, sea cual fuera la gotita derramadora y cualquier intención paralela, lo cierto es que lo vivido en las dos carreras de Austria me parece una reacción desmedida e infantil de Dirección de Carrera castigando a todos con una rigurosidad ridícula como en el caso de Martín, y con menos valentía como en el caso de Pol Espargaró (y es que hay que ser muy valiente para sacar una KTM de MotoGP del podio en un circuito que se llama Red Bull, y aquí no estamos para esas). Algunos hasta los castiga dos veces (no a pilotos oficiales de MotoGP, claro) para que no quede duda de lo enfadado que están, como en el caso de Sam Lowes, con descalificación y salida desde el Pit Lane en Misano para que le quede claro. Un castigo a toda la parrilla que no está consiguiendo más que una reacción negativa de la parrilla, que en esta línea de castigarlo todo, en esta desmedida reacción, los pilotos y equipos reclaman y claman bien por haber sido castigados o por no haber castigados a otros.
Hemos invocado a Freddie, ahora no podemos controlar a Freddie. Quizá ni Freddie pueda controlarse y todo esto termine, como en otras ocasiones ya inventadas, con el olvido que traerán dos fines de semana sin MotoGP hasta Misano para entonces volver a empezar con tirón de orejas a las quejas públicas, o esperemos, volver a empezar con un criterio y actuaciones razonables que no precisen «pruebas gráficas o técnicas» que justifiquen lo que no saben justificar con su propio criterio.
Hete el fondo de la cuestión, una falta de criterio injustificable que puede haber hecho los Pisuergas se acerquen a Valladolid y que ha hecho que las quejas y reclamaciones busquen piso en Pucela. Y quien crea que en el paddock no existe frialdad, ambición e intereses creados para no aprovechar una situación así para desprestigiar a rivales por una plaza, o es muy joven o es tan voluble como esta dirección de carrera ha demostrado ser, dejando al olvido del aficionado como mejor aliado para salvar esta crisis de ira en Dirección de Carrera.