Jaume Masiá: es la hora de callar bocas
Empezando por la mía. La desconfianza que mostré, o la poca confianza que mostré en algún podcast de inicio de esta temporada (a ver si grabamos algo, amigos…) en la regularidad y capacidad del piloto de estar en la lucha por el Mundial de Moto3. Y es que la trayectoria de Jaume Masiá, si la repasamos, es desconcertante.
Llegó al Mundial como sustituto de un Darryn Binder lesionado a modo de elefante en cacharrería, llegada de la que no hace tanto pero parece un siglo con la nueva hornada de seudoinfluencers y nuevos periodistas especializados que ni vieron ni recuerdan este suceso, llegada que el año pasado nos recordó y mucho la llegada de David Muñoz (a la postre, archienemigo de Maisá en pista). Tras esta espectacular llegada, se erigió como eje de un equipo hecho a medida con mucha pasta y una KTM veloz como el viento.
Quizá en este momento Masiá fue uno de los muchos ejemplos de lo que el Mundial de Moto3 se ha convertido, en una guardería de pilotos en la que se les exige resultados sin tener experiencia ni oficio para gestionar presiones. Quizá el gran ejemplo de todo esto pueda ser Alonso López, en quien todo el mundo confiaba mucho pero se le fue apartando hasta sacarlo del Mundial cuando los resultados ni los patrocinadores acompañaban. Lo cierto es que es poco menos que un milagro que López esté ahora en Moto2 dando show y siendo valorado como un piloto deseado en MotoGP (concepto que, digáis lo que dígáis, no tiene el mismo valor no hace mucho tiempo, tanto como el debut de Masía. Y si ofende decirlo, ahí están los continuos no resultados de pilotos como Di Giananntonio, Darryn Binder o el mismo Jack Miller después de tropecientas temporadas).
Masiá, decimotercer (y nunca nunca treceavo por favor!!) clasificado en su primer año completo, 2018, tuvo en 2019 un inicio de temporada muy ilusionante, con un segundo puesto y una victoria en la segunda y tercera cita a los que le siguieron una debacle de falta de resultados que le llevó a la novena posición final, tres podios en 2020 con dos victorias consecutivas en Aragón ya en el Leopard ilusionaban junto con el inicio de la temporada 2021 en su debut del todopoderoso KTM Ajo con una victoria inapelable que nos hizo entrever que la magia de Ajo bendijo por fin la velocidad de Masiá. Pero seamos honestos, y de palabras recogidas de su entorno, la explosión de Acosta pesó y la irregularidad volvió a adueñarse de los resultados de Jaume. El mismo entorno que nos reconocía el trabajo de concentración que en 2022 le habían llevado a sumar cuatro podios con dos victorias entre Cota y Le Mans en 2022 que nos hicieron volver a soñar con Masiá pero que se diluyeron como lágrimas en la lluvia del resto de la temporada y resultados en los que luchar por entrar en el top ten.
En una espiral jodida, Masiá ha buscado como loco una plaza en Moto2 pero la tormenta de falta de plazas e incertidumbre que generaron los cambios de parrilla con las retiradas anunciadas de MotoGP llevó a Masiá a volver a Leopard, volver a Honda y un nuevo cambio de equipo con toda la incertidumbre por ver, incertidumbre a la que la hermeticidad del piloto no ha terminado de ayudar a generar confianza.
A día de hoy, con la plaza de Moto2 asegurada para 2024 con SAG, Masiá está por fin demostrando la regularidad que hemos echado tanto de menos en el pasado. Con una sensación de estar pero no estar en cada carrera, lo cierto es que Masiá se ha metido directamente en todas las Q2 de 2023, que con dos abandonos y un cero en su casillero, muestra el resto de resultados repleto de victorias, podios y sempiterna presencia en el top 5. De las Honda, ninguna es más veloz que la de Masiá, y de los 224 puntos que suma la marca en el campeonato de constructores, 174 los ha aportado Masiá.
Y ha tenido que rozar el liderato para que le hagamos caso y nos fijemos en la regularidad que por fin ha demostrado en 2023. Sencillamente es la hora de callarnos la boca y atacar el Campeonato.