Mapping 88: El despertar de Martín en Austria.

Como un político cualquiera, tipo Aznar o Montero, podría decir aquello de «es que antes no sabíamos lo que sabemos ahora» y decir que ahora sé que Jorge Martín es muy bueno, pero no lo voy a hacer porque ya me lo dejó muy claro cuando se proclamó Campeón del Mundo en 2018 superando aquel sambenito de ganar escapado o no ganar que le persiguió durante 2017. En Moto2 su trayectoria ha estado muy marcada por el rendimiento del chasis KTM y los Dunlop, y en Austria 2020 por fin llegó la carrera en la que no estaban ni el chasis KTM ni el desgaste de los Dunlop arruinó el final de carrera como ha sucedido en las todas las carreras de esta temporada. Y no digo con esto que no me alegre de la victoria de Martín, digo que ojalá su equipo (perdón, equipazo) haya encontrado la tecla y junto con Martín hayan encontrado el pilotaje y setting que le permita mantener el ritmo hasta final de carrera, aunque la duda persistirá hasta la próxima carrera pues la bandera roja tras el sustazo de Bastianini y Shyarin recortó la carrera de los 107’95 kilómetros previstos a 56’13, consecuencia directa de esa política del promotor que ha convertido Moto2 en los teloneros de MotoGP.
Aunque siempre habrán capullos que no sepan distinguir el trecho que existe entre plantearse dudas de rendimiento y odiar a un piloto, creo que este argumento del no desgaste de las gomas en carrera es para tenerlo en cuenta y esperar a sacar conclusiones sobre el más que fantástico rendimiento de Martín en Spielberg, del que sinceramente espero dos cosas, la A y la B
Cosa A: ojalá tanto el equipo como el piloto tengan localizada la causa del este sensacional «upgrade» de Martín en el Red Bull Ring y que la mantengan durante todo el año. Ojalá Martín pueda llegar a MotoGP siendo un Campeón del Mundo ganador de carreras, y ojalá que si bien la lucha en pista parece algo que no va mucho con las plazas de podio en Moto2, que se establezca una lucha entre Martín y Bastianini (por ejemplo) al estilo de la que se produjo entre el propio Martín y Bezzechi en 2018, cuando los aciertos de cada uno dieron emoción a la lucha por el título hasta la última carrera. Ojalá que sea así y que esto obligue a Luca Marini a dejar de especular con los resultados y mantenerse en una zona de relativo confort en la que siendo rápido como el que más en la categoría, no asume ningún tipo de riesgo por la victoria: la absoluta irregularidad de sus contrincantes se lo permite. Marini sale líder de la categoría practicamente por la mínima y por los errores de Bastianini, pero lo cierto es que esa manera de disimular su ambición por la victoria y el liderazgo no creo haberla visto antes. Ni en Luthi.
Hay que mencionar a Xavi Vierge y Augusto Fernández como, probablemente, unos de los posibles elementos que hagan que Moto2 no resulte tan soporífera. Por fin empiezan a asomar la patita en los puestos delanteros, junto a Jorge Navarro y sus frenadas imposibles se les echa de menos. Ese cocktail que pueden traer junto al renegón Gadner hijo y al inconsistente e impreciso pero esperado Joe Roberts quizá salve la dictadura de ritmos que la falta de especificaciones de neumáticos ha terminado trayendo a Moto2. Y la continua fuga de talentos también, porque al final la Cosa B es que a día de hoy, la categoría depende de pilotos sin apenas palmarés en la categoría, esto es algo que se nota incluso desde este lado de la pantalla y ojalá, este despertar de Martín sea contagioso y duradero.
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No olviden vitaminarse ni mineralizarse, nos vemos tras el Gran Premio de Estiria.
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